Trabajos Voluntarios por un Chile Justo - Canela 2013

Convocamos a las y los jóvenes de nuestro país a participar de la Jornada de Trabajos Voluntarios “Jóvenes por un Chile Justo, Canela 2013”. Estos voluntarios se enmarcan en un período político en donde los jóvenes han jugado un rol protagónico en busca de las transformaciones necesarias para un Chile distinto

Bienvenido Mechón!

JUNTOS, Construimos Universidad Pública para un Nuevo Chile!El año 2011 se caracterizó por un país que gritaba en una sola voz la necesidad de cambios profundos, una voz que surge desde el abandono, el abuso y la exclusión heredada de la dictadura y sostenida por la concertación.

Desajuste, por Manuel Riesco

“Esto puede terminar muy mal si las autoridades no responden a las inquietudes,” ha declarado Giorgio Jackson. En declaraciones inteligentes y reflexivas a El Mercurio del 12 de noviembre del 2011, el dirigente de la Confech ha expresado una idea profunda: un desajuste entre la sociedad y sus instituciones no se puede prolongar por mucho tiempo.
Los humanos somos seres sociales. Nuestra individualidad solo existe en el seno de nuestra especie.
Todas nuestras instituciones son construcciones sociales. Por ejemplo, el Banco Central no es un edificio sino una relación social. Su función esencial consiste en emitir moneda que solo representa un valor en la medida que todos aceptamos que así sea. Lo pierde en el mismo instante que esa confianza colectiva desaparece. Lo mismo ocurre con todas nuestras demás instituciones, económicas y políticas. Dios mediante, también con las instituciones religiosas e ideológicas en general. Solo existen en la medida que colectivamente les otorgamos una determinada realidad.
Esa característica esencial de los humanos no resulta evidente en el día a día. Nuestras construcciones parecen adquirir vida propia. Las concretamos en imponentes monumentos, banderas y toda suerte de ídolos. Peor todavía, se elevan por encima de nosotros, nos confrontan, reprimen y dominan. En el colmo del fetichismo, los adoramos como becerros de oro. No hay nada que hacerle, funcionamos socialmente de ese modo.
Sin embargo, su carácter social se manifiesta periodicamente con toda claridad. Ello sucede en estos momentos, en los cuales nos vemos compelidos a tomar conciencia de nuestra forma de actuar. Ésta siempre es colectiva aunque no nos percatemos de ello sino muy de tarde en tarde. Por esta razón, en tiempos como éstos la vida adquiere una coherencia que nos resulta excitante y placentera. Nuestra humanidad se expresa en forma plena.
Estos ciclos de participación política masiva de la ciudadanía se vienen sucediendo en Chile cada diez o veinte años desde hace por lo menos un siglo. Todos los grandes cambios institucionales ocurrieron en momentos de alza en la movilización política, que en ocasiones culminaron en grandes estallidos y al menos en una auténtica revolución. Incluyendo el nacimiento del Estado desarrollista y la constitución de 1925, la cédula única y la derogación de la “ley maldita” en 1958, la reforma universitaria y agraria y la nacionalización del cobre en los años 1960 y principios de los 70 y la caída de la dictadura en los años 80, entre muchos otros.
Obviamente, lo anterior impone una adecuación de las instituciones a la sociedad que les otorga su realidad. Ello se aprecia cuando modificamos nuestra consideración colectiva acerca de un aspecto determinado de nuestra vida social. Rápidamente, se traduce en un cambio de las instituciones respectivas, en las cuales lo materializamos.
En estricto rigor, el mecanismo es más directo e inmediato. Puesto que la institución en cuestión no tiene ninguna realidad aparte de la sociedad que la construye, basta con que la última cambie su manera de considerarla para que se modifique de inmediato. Por un tiempo, sus formas pueden seguir operando igual que antes, pero ello no es sino una apariencia que se desvanece a cada paso. Su adecuación a los cambios que experimenta la sociedad que las ha creado se impone de cualquier manera. A veces violentamente, como teme Jackson con toda razón. Son como la piel vieja de las culebras o la caparazón de los insectos, que demoran un tiempo en desprenderse cuando las reemplazan otras nuevas.  Sin embargo, están muertas desde mucho antes.
De este modo, aunque todavía no se aprecie, el movimiento estudiantil ya logró una profunda modificación al sistema educacional chileno. El contenido de esta institución ya es nuevo, aunque sus formas no hayan cambiado todavía. Sencillamente, porque se ha forjado un nuevo consenso social al respecto. Los rasgos precisos del mismo están emergiendo gradualmente. Serán la resultante de la nueva correlación de fuerzas que surge de la movilización de los estudiantes y sus resultados en la conciencia de los actores principales y de la ciudadanía en general.
Desde ya se puede afirmar con seguridad que va a garantizar acceso más universal a un sistema de mejor calidad. Adicionalmente, existe un arco muy amplio que busca eliminar el lucro y reconstruir el sistema nacional de educación pública gratuita en todos niveles educacionales. Aquellos que han logrado mantener en lo esencial el sistema impuesto por la dictadura siguen siendo fuertes pero están muy debilitados.
Aún así, todavía no se sabe a ciencia cierta cual va a ser la resultante en este caso. Por ejemplo, cuando se produjo la movilización de los pingüinos la educación no era una prioridad para nadie. Todo ello cambió en pocas semanas. Dicho movimiento logró triplicar la tasa de crecimiento del gasto público en educación, que subió de un promedio anual real de 4,9 por ciento entre 2000 y 2006 a 14,8 por ciento entre 2007 y el 2009, según la Dirección de Presupuestos, Dipres. Sin embargo, la correlación de fuerzas que emergió no fue suficiente para dar un giro en el desmantelamiento de la educación pública – en parte importante por el lobby privatizador al interior de la Concertación. El tristemente famoso “acuerdo nacional” de manos levantadas con Bachelet de hecho acentuó el proceso de privatización, al absorber los establecimientos con fines de lucro la mayor parte de los recursos incrementados.
¿Ocurrirá ahora lo mismo, como temen los estudiantes cuando reclaman contra la desprestigiada “política de los consensos”? No parece probable, puesto que la movilización ciudadana que ya entonces insinuaba el inicio de su ciclo de alza ha alcanzado alturas mucho mayores. De hecho, todos hablan ya abiertamente que el nuevo consenso abarca instituciones mucho más amplias que la propia educación pública. No sería raro que el resultado de este nuevo ciclo de alza terminase con un cambio en la constitución y en el modelo mismo heredado de la dictadura.
De todo lo anterior ciertamente surgen muchas incertidumbres y los resultados pueden ser diversos. El movimiento de la gente precipitado por los estudiantes se ve venir, como dice el pueblo. Y fuerte. Mucho va a depender de la flexibilidad y habilidad del sistema de partidos para generar una expresión propiamente política del mismo, que sea capaz de realizar los cambios que pide la ciudadanía.
Sin embargo, una cosa es imposible: que la educación siga igual que antes. Y eso es precisamente lo que ha pretendido el gobierno hasta ahora. Ha sido como hablar a una “oreja de lata,” como ha bautizado a Piñera un importante diario extranjero. No ha cedido nada, ni una coma. Por ejemplo, el presupuesto educación superior del 2012 crece la mitad que los años precedentes, estanca los aportes a las instituciones públicas y destina un tercio al crédito con aval del Estado, que consiste en pasar plata pública a los bancospara que encalillen a los estudiantes para financiar un puñado de instituciones privadas con fines de lucro y calidad discutible.
Si no hay cambios en la discusión parlamentaria del presupuesto, esto va a terminar mal. La preocupación de Giorgio Jackson debe ser tomada en serio.

A propósito del desgaste. La convicción del movimiento estudiantil por mejorar la sociedad chilena y hacerla más justa sigue firme.


Por Camilo Ballesteros, Presidente FeUSACH

   Desde hace unos meses el gobierno ha apostado al desgaste del movimiento estudiantil. Esta estrategia se ha expresado en distintas acciones como negarse a priori a escuchar cualquier voz o propuesta diferente a la propia en torno a la reforma educacional, aplicando altos niveles de represión, dilatando las respuestas a cualquier emplazamiento del movimiento, y cuando responde, lo hace por los medios de comunicación y no directamente a los actores sociales.

   También a través del chantaje a los estudiantes sobre los beneficios estudiantiles y a muchas universidades con parte importante de sus presupuestos, y oponiéndose a cualquier alternativa emanada de comunidades educativas para que algunos colegios cierren su año escolar. 

   Dicha estrategia da cuenta de una incapacidad del Ejecutivo de relacionarse de forma adecuada con el desarrollo de los procesos sociales, cuestión que lo ha llevado a tener una trayectoria errática durante este conflicto. Porque apostando al desgaste del movimiento, lo único que ha conseguido es el desgaste de las instituciones políticas que hoy se encuentran puestas en tela de juicio por la ciudadanía, quienes ven cómo en Chile el gobierno no ha tenido la voluntad de resolver un conflicto que se extiende por más de seis meses, y que más allá del tiempo, plantea demandas que se encuentran ampliamente respaldadas por la sociedad, haciendo más evidente el alejamiento del Ejecutivo. 

   Si es momento de hacer evaluaciones y hablar de desgaste, lo único que se puede afirmar con certeza es que quien se ha desgastado profundamente es el gobierno, que con una posición intransigente se ha hecho responsable de extender el conflicto, ya que teniendo conciencia de que están en juego sus intereses, sigue dispuesto a sacrificar su capital político con tal de no ceder en su postura ideológica neoliberal que avala el actual sistema educacional.  

   Si hay algún cansancio que exponer, es el de la sociedad al ver que sus demandas y necesidades no son atendidas por quienes están a cargo de dirigir al país, con un gobierno que ha decidido desarrollar sus políticas en función de los intereses del gran empresariado y no de la gente. Un cansancio ciudadano que se fue generando durante los últimos años a través de la llamada "política de los consensos" y que hoy el Ejecutivo intenta nuevamente reeditar para resguardar el poco apoyo que le va quedando y dar una salida al conflicto de espaldas a la ciudadanía.  
 
   Nuestras demandas siguen en pie, nuestra convicción por mejorar la sociedad chilena y hacerla más justa y equitativa sigue firme. Sabemos que es un proceso largo,  complejo y estamos conscientes de ello.

   Y la sociedad, al igual que el gobierno, sabe que hace seis meses se inició un camino donde se tomarán definiciones relevantes para el futuro de Chile.

La política de los consensos entre cuatro paredes. Por Camila Vallejo.

     Con tirria reacciona la derecha chilena cuando algunos dirigentes estudiantiles hemos hecho un público llamado a los parlamentarios a no caer en la política de los consensos entre cuatro paredes.

     Desde el retorno a la democracia, las instituciones políticas chilenas no habían sido puestas en tela de juicio, menos aún el modelo neoliberal.

     La política de los consensos y el binominal en el Congreso propiciaron un escenario cómodo tanto para la Concertación como para la Derecha, quienes omitieron durante todo este tiempo debates sobre problemáticas de fondo, de carácter estructural, generando un status quo en el país que sólo ha beneficiado a los grandes intereses económicos en detrimento de la mayoría del país.

     El llamado relato concertacionista bastó para mantener durante 20 años el sistema en una quietud al amparo de la idea de transición a la democracia, pero no pudo hacerle frente a la necesidad de transformaciones político-sociales que Chile necesitaba, dejando el camino libre a la Derecha y a Piñera para hacerse del gobierno. 

     Pero este año hemos visto cómo la sociedad ha tomado conciencia respecto a las profundas desigualdades en las cuales vivimos, donde uno de los nudos centrales que sustentan y perpetúan estas desigualdades es el modelo educacional. A seis meses de iniciadas las movilizaciones, no ha habido voluntad política capaz de dar respuestas a las demandas estudiantiles que alcanzan más de un 70% de respaldo popular.

     La coyuntura actual tiene un presupuesto de la nación entrampado en la discusión parlamentaria y frente a esto, la Derecha chilena ha hecho un llamado a la Concertación para reeditar la vieja práctica conocida como la política de los consensos.

     Por nuestro lado, hemos emplazado a los parlamentarios a no caer en dicha práctica, no porque estemos en contra de los acuerdos per se, sino porque rechazamos la política de los consensos tal como se ha desarrollado durante los últimos 20 años: los consensos han sido generados entre cuatro paredes, a espaldas de la sociedad, considerando solo a una minoría, con una Concertación y una Derecha que solo han representado cualquier interés menos el de la ciudadanía.

     Consensos que solo han profundizado o maquillado el modelo neoliberal que sustenta las grandes desigualdades en el país y que, por lo demás, hoy son responsables de la crisis que vive la educación.

     La mejor representación de la política de los consensos avalada por estos dos sectores, dentro de la historia más reciente, y conocida por toda la sociedad es el denominado Gran Acuerdo Educacional del 2007, durante el gobierno de Michelle Bachelet, del cual derivó la Ley General de Educación (LGE).

     La imagen que nos queda en la retina es ver a todos los presidentes de los partidos de la Concertación y la Alianza por Chile de la mano junto a la Presidenta de la República, celebrando un acuerdo que excluyó todas las demandas de la Revolución Pingüina de 2006, traicionando nuevamente a una sociedad que clamaba por cambios estructurales en educación y que a la larga, solo maquilló el modelo educacional, manteniendo la crisis que presentaba y que hoy nuevamente ha emergido a la luz de las movilizaciones estudiantiles.

     Si hoy la Derecha chilena y el Gobierno buscan una salida de las mismas características, sólo contribuirá a intensificar la movilización social, porque ya no se enfrentarán a una sociedad adormecida.

     Hoy Chile ha cambiado y esta vez no permitirá que el futuro de nuestro país se acuerde entre cuatro paredes, a espaldas de la ciudadanía.

     El Congreso debe saber que hoy tiene una oportunidad para acercarse a la gente y dar una discusión de cara a la ciudadanía, recogiendo sus demandas y representando realmente los intereses de la sociedad y las grandes mayorías.

Camila Vallejo: "Esta lucha no es solo de los chilenos ,si no de todos los jóvenes del mundo"


Esta entrevista ha dado la vuelta al mundo a través de medios digitales. Son ya seis meses de protestas en las calles, asambleas y articulaciones con otros sectores de la sociedad, bajo la demanda primera de un nuevo modelo de Educación que se traduce en una demanda contra el Sistema Neoliberal en general.

   

     Camila Vallejo, una joven de 23 años estudiante de la carrera de Geografía, se convirtió en una de las figuras visibles del movimiento más importante en Chile desde la llegada de la Concertación. Presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile, militante de las Juventudes Comunistas, Camila habla en entrevista con Desinformémonos de los retos y esperanzas del movimiento, de los logros obtenidos y de los temores actuales. En la primera entrevista concedida a un medio de comunicación mexicano, Camila saluda a los estudiantes de la UNAM y envía un mensaje a los jóvenes de América Latina.

 

 

A continuación la entrevista completa:

 

¿Qué es ser de izquierda hoy?

 

Primero hay que entender que es necesario hacer cambios profundos en la sociedad y el sistema político-económico y cultural, que es la estructura, pero además la conciencia de que eso requiere hacer acción colectiva, trabajo colectivo y trabajar de manera organizada y en unidad. En segundo lugar, esa transformación tiene que ir en pos de recobrar la soberanía de los distintos pueblos; particularmente en Chile, que esa soberanía no solamente se traduzca en la recuperación de lo recursos naturales, sino también en el poder distribuir de mejor forma el poder político, una democracia mucho más colectiva, mucho más participativa que implica generar a nivel institucional los espacios necesarios para que sean las distintas sociedades las que tomen en sus propias manos la construcción del futuro, y eso con el principio básico de apostar mayor justicia social, que pasa tanto por justicia distributiva como justicia productiva y, en ese sentido, no sólo se mete en la recuperación de los medios de producción materiales sino también culturales, en el conocimiento, tienen que democratizarse. Creo que ese es el gran desafío hoy día de la izquierda.

 

¿Por qué este movimiento surge ahora, 23 años después del término de la dictadura? ¿Por qué tenía que pasar tanto tiempo? Parecía que en Chile no pasaba nada…

 

En Chile siempre están pasando cosas, lo que pasa es que hacia afuera no se muestra eso, hacia afuera se dice que somos unos jaguares de Latinoamérica, que somos un país ejemplar, con un modelo educacional ejemplar, que tenemos una estabilidad a nivel de gobierno muy clara, un abrupto crecimiento económico, que hemos atacado a la pobreza, pero no se muestra cómo se han ido acumulando ciertos descontentos sociales producto de luchas que no han tenido un buen final.

 

Hemos tenido movilizaciones no tan masivas como ésta, pero que han sido importantes, que han planteado cambios sobre la mesa y aún así nuestra institucionalidad política no les ha permitido expresarse y que esa opinión se traduzca en algo vinculante, como un proyecto de ley; entonces hay una acumulación de descontento que obviamente tiene que ver también con el desarrollo, la perpetuación y la profundización de la desigualdad en nuestro país, un país que ha combatido la pobreza, la indigencia y donde, sin embargo, la desigualdad se acrecienta cada vez más, y lo peor, es que la gente ha tomado conciencia de que esa desigualdad no es por mero continuismo de algo, sino que se está reproduciendo producto del sistema imperante que fue instaurado a fuerza en la dictadura. Ahí se refleja que este estallido social, como se le ha señalado, no es algo espontáneo sino que viene de toda esa acumulación y maduración de luchas sociales anteriores.

 

¿Por qué ustedes tienen tanto apoyo y tanta simpatía de la gente y no sólo en Chile? ¿Esperaban una reacción así al principio?

 

Creo que atacamos problemas medulares del sistema y creo que eso ha generado transversalidad. Esta no es una lucha gremial, por la defensa de algo corporativo o algo que no involucre directamente a los estudiantes, sino que la problemática que se ha planteado y la demanda que se erige es una demanda social, que es para todos, no solamente para la actual generación sino que para la futura, y eso ha generado simpatía y ha también despertado la conciencia de mucha gente, devolviendo la esperanza a quienes habían luchado anteriormente pero por temor no siguieron luchando, y creo que eso ha sido la principal riqueza de este movimiento: la transversalidad, el despertar de la conciencia, el atacar el problema medular y por sobre todo la consecuencia del movimiento; creo que no hemos tranzado, no por intransigencia sino por responsabilidad ante cuestiones que para nosotros son éticas y morales, que son lucha legítima. En ese aspecto creo que se ha generado el mayor respaldo social a este movimiento.

 

¿Cuales son los miedos y las esperanzas de este movimiento despues de tantos meses?

 

La esperanza es mucha, porque se ve que Chile ya no es el mismo de antes, que a partir de esto hay un despertar pero también un cambio o el inicio de un cambio en la estructura mental, que no está todavía, pero se vislumbra; y que a partir de aquí se pueden desarrollar procesos de construcción mucho más arraigados en la base social que posibiliten reconstruir el tejido social que se ha destruido durante la dictadura.

 

El temor más grande es el que esto se mantenga de manera lineal y que no tenga éxito, y que la frustración sea tan grande que el repliegue también sea muy prolongado. En ese sentido, el cómo poder hacer ahora, por ejemplo, repliegue táctico para la acumulación de fuerza y para replantearse la estrategia, dado que el gobierno no está haciendo nada, creo que es el mayor temor- “¿Qué va a pasar con esto?”, no solamente lo decía Lenin, sino que otros grandes intelectuales hablaban de cómo tienen que darse las luchas sociales, es que hay momentos donde uno no puede hacer sólo presión, presión, presión, inertemente, sino que uno también tiene que tomar el pulso, retroceder y volver a presionar con más fuerza. Y creo que eso falta, y todavía no lo hemos podido aplicar.

 

¿Que lugar ocupa la tecnologia en la vida cotidiana de los jovenes chilenos? ¿Que valor dan ustedes a las redes sociales? ¿Han sido realmente inportante para este movimiento?

 

Son una herramienta dinamizadora de los flujos de información, de las convocatorias, creo que han permitido mayor fluidez pero no han sido el factor determinante para la articulación de un movimiento amplio y masivo. Creo que eso se trabaja en el seno de la organización, de una forma personalizada. Es decir, este movimiento no se levantó gracias a las redes sociales. Se levanta la construcción que viene desarrollándose desde hace muchos años. Son las organizaciones, es su maduración política orgánica, la articulación que se ha generado con otros espacios. El rol de las redes sociales ha sido dinamizar pero no para construir el movimiento; la construcción ha sido del trabajo personal, no mediatizado por Facebook, ni Internet o Twitter.

 

¿Como particpa el Pueblo Mapuche en las movilizaciones Estudiantiles ?

 

El pueblo mapuche es un actor que aunque no es mayoritario, sí se ha integrado a este proceso. No solamente por la demanda histórica de la recuperación de sus tierras es mucho más antigua que la nuestra, sino porque la problemática de la educación es mucho más integral de lo que pensábamos. De cómo se forma, cómo se educa. Es a través del proceso de educación que se respetan las distintas identidades, y en este caso, el considerar como una nación a un pueblo que no es el mismo que el pueblo chileno, que es el pueblo mapuche, que es distinto. Entonces, el proyecto educativo que nosotros creemos que hay que crear para el futuro tiene involucrar la realidad del pueblo mapuche: su historia, su construcción, su visión de sociedad, su visión de futuro, su relación con el medio; esas cosas nosotros no solamente tenemos que planteárnoslas como un desafío para involucrarlas en el sistema educacional, sino como una cuestión aparte, también tenemos que retroalimentarnos de ese conocimiento. Ahí ha jugado un papel muy importante el pueblo mapuche con la integración particular de la Federación Mapuche de Estudiantes a la Confech, que nos ha permitido repensar el proyecto educativo con este factor.

 

¿Cual es el rol de la Prensa y de los Periodistas en este proceso?

 

Son un poder fáctico. La prensa en Chile está muy manejada por los grandes grupos económicos, juega en gran medida a favor de los intereses del gobierno, obviamente. Todos conocemos los duopolios que hay detrás de los grandes medios de comunicación. En este proceso, al menos al principio, dispuso muy bien la opinión pública a lo que estaba sucediendo porque no había otra, porque era muy masiva la manifestación, muy creativa, muy diversa, alegre; ahí el rol que juegan los medios también tenía que ser un poco más imparcial. Sin embargo, con el desarrollo del conflicto ha llegado el punto en que no se soluciona nada con el gobierno y los medios han tomado otra estrategia, ya clara de indisponer a la opinión pública ante el movimiento estudiantil, los movimientos sociales, y si uno lo ve en las calles, la disposición se centra en la supuesta delincuencia, en la violencia, en la necesidad de poner mano dura, de criminalizar la protesta social; entonces, obviamente, los medios de comunicación son del sistema –un sistema comunicacional- en que se permite reproducir la hegemonía de un discurso dominante, un discurso que proviene particularmente del gobierno actual, de los sectores más reaccionarios.

 

Otra cosa son los medios alternativos, la radio; ellos juegan un rol que se ha estado diversificando y ampliando más, producto de la necesidad de comunicar de mejor forma lo que está sucediendo. Con más objetividad, un poco más a favor de lo que es realmente el movimiento estudiantil.

 

¿En que momento sintieron que este movimiento tendria tanta fuerza ?

 

La verdad es que nos ha sorprendido a todos. En la primera manifestación no esperábamos más de 3 mil personas y llegaron alrededor de 10 mil; ahí fue la primera vez que nos sorprendimos. Luego vino la segunda y la tercera crecía y no paraba y no paraba y todos nos sorprendimos; cada manifestación que convocamos adhería más gente.

 

La verdad es que sí hubo una sorpresa continua durante todo este tiempo y en algún momento sí pensamos “chuta, esto tomó un salto cualitativo mayor”. Nosotros siempre supimos que la demanda partía de algo simple, concreto: el endeudamiento, el problema del financiamiento, llegando a las propuestas más políticas, el sistema educacional que queremos y una cuestión mucho más social –y política, también- que tiene que ver con el cuestionamiento del modelo de desarrollo que hay en Chile. Entonces empezamos a ver que la demanda no era sectorial, sino que era multisectorial, un problema más sistémico; que había una totalidad de sectores y que todos estaban afectados producto de este modelo de desarrollo que produce desigualdad, que produce injusticia, que no garantiza los derechos fundamentales.

 

En determinado momento nos dimos cuenta de que estábamos dando un salto cualitativo y que aquí no solamente se cuestionaba la calidad de la educación, sino la calidad de nuestra democracia, una democracia coja, débil, que requiere replantearse, reformularse y, en ese cuestionamiento, empiezan a involucrarse otras muchas organizaciones, muchos otros sectores, donde está la principal riqueza del movimiento actual. Se involucran trabajadores, pobladores, movimientos ecologistas, homosexuales, etcétera. Todas las minorías con planteamientos de mayorías.

 

Una vez, hablando de los partidos oficiales de la izquierda de México, el subcomandante Marcos dijo que son “la mano izquierda de la derecha”. ¿Esta identificación sería válida para la Concertación también?

 

Sí, claro que sí. Finalmente la Concertación es la otra derecha. La verdad es que en Chile nunca tuvimos socialdemocracia. Nunca tuvimos un regreso a la democracia dentro de un proceso de transición; es como una transición que nunca termina, pero que es más que nada la administración del modelo impuesto en la dictadura que nunca lograron cuestionar a pesar de que tuvieron las posibilidades y el quórum necesario para hacer un cambio estructural, porque se acomodaron en el modelo neoliberal que les generó también un beneficio, en el ámbito de la educación, por ejemplo.

 

La Concertación tiene un conflicto de interés. Tiene escuelas, tiene universidades, etcétera. Entonces toda esta crítica, toda esta desconfianza que surge de los jóvenes y en general de la sociedad en su conjunto hacia la Concertación se justifica, y ahí la Concertación tiene que hacerse cargo. Tiene que hacerse cargo de todo lo hecho y de capitalizar políticamente esto o que impere el oportunismo político; tiene que haber humildad y tiene que haber una autocrítica muy fuerte.

 

La Revolucion de los Pinguinos

 

Durante la revolución de los pingüinos yo estaba en el primer año de la Universidad; claro, yo lo veía como una cuestión impresionante, impactante a nivel de masividad. Fue mucho más corta, más breve, esa manifestación.

 

Mi opinión personal es que se perdió la oportunidad de llamar a otros sectores; creo que los estudiantes secundarios quisieron jugar un papel protagónico. Creo que ellos quisieron ser protagónicos en ese momento y no involucrar a otros sectores; pensaban en los universitarios como “apoyen pero no sean parte de”. Entonces creo que hubo una marginación, que a lo mejor es entendible y legítima en ese momento, para no mezclar elementos y apostar a una demanda central y para que nadie instrumentalice el movimiento; había una oportunidad real de hacer una cuestión más transversal y de mayor presión porque entró una instancia de negociación con la Comisión Asesora Presidencial en donde no hubo una buena preparación, donde no hubo una correlación de fuerza y se terminó por traicionar rápidamente por parte de la clase política y eso generó un golpe y una frustración muy grandes, que lo cortó de tajo. Pero eso también nos ayudó a nosotros a madurar y a tener esos elementos para no caer en el mismo juego, nos sirvió como experiencia y por eso, también, esto ha durado tanto y no ha caído tampoco en el juego de la manipulación de nadie.

 

Cuando el movimiento de estudiantes chilenos recién estaba prendiendo, la prensa que no sabía ni escribir correctamente tu apellido, de inmediato te tildó de “líder” de este movimiento. Parece que en estos tiempos, después de la caída de los “socialismos reales”, que tal vez no fueron tan reales ni tan socialismos, la gente y los jóvenes no quieren más líderes ni vanguardias iluminadas… Vivimos una necesidad de replantear el tema del poder no sólo fuera sino también dentro de nuestros movimientos… ¿Cómo ves este tema? ¿te sientes una líder, una dirigente, una coordinadora, una vocera?

 

Yo creo que la historia nos puso acá. No creo que seamos líderes natos, yo creo que las circunstancias me obligaron a estar aquí; podría haber estado otro. Y nos tocó a los dirigentes en este momento. Creo que este movimiento se debe principalmente al trabajo de todos, no principalmente a las caras más visibles sino a todos los que construyen día a día esto. No porque salgan a marchar, sino que construyen desde la asamblea, desde la articulación con otras organizaciones, y, en ese sentido, comparto la idea de que el poder no tiene que estar concentrado en un liderazgo sino en la base del movimiento. Y eso es un desafío también, porque hoy día no existe la revocación de poder, o sea, todavía se plantea como la problemática, la demanda y la exigencia, lo mismo de siempre, pero no está la real conciencia todavía, aunque es un potencial que se está generando, el de hacerse cargo, de el “hagámonos cargo de lo que estamos pidiendo”, sabiendo que es una lucha de largo plazo.

 

Nosotros no depositamos un cheque en blanco cada cuatro años en quienes supuestamente delegamos la responsabilidad de hacer cambios, sino que nosotros mismos nos hacemos cargo de eso. Ahora, yo creo que todavía existe mucho, y no solamente a nivel nacional sino a nivel mundial, la necesidad de ver el tema de los liderazgos, estos héroes que siempre se tratan de instalar en la historia, de que haya héroes que encabecen procesos y la gente como que siente esa necesidad para retomar la esperanza, pero creo que hay que replantearse eso, hacer prevalecer la idea de que el poder y la conducción tienen que ser en masa. Eso es fundamental, y en Chile de alguna manera, se ha desarrollado así, a pesar de que los medios instalan mucho a la personificación.

 

En los últimos 5 meses te convertiste en una persona muy conocida y querida por la gente, no sólo en Chile. Hay quienes dicen que las personas con el poder o la fama siempre se transforman. ¿Cuál ha sido tu experiencia con este tema?

 

No sé si me da tiempo para que me suban humos a la cabeza. Creo que todavía me cuesta asimilar el impacto que tiene esto en la gente. Es que muchos se focalizan en yo, yo, mí… Pero creo que no. Creo que tenemos los pies muy sobre la tierra.

 

Si escuchas a los políticos profesionales, la palabra yo es la más frecuente…

 

Sí, en los políticos profesionales, pero hablando del movimiento creo que no, hemos sabido equilibrar esta situación y siempre decimos eso también. Creo que es importante recalcarlo, porque muchas veces vamos a foros o charlas y se nos aplaude no por ser nosotros. Los aplausos tienen que ser para todos nuestros compañeros que en estos momentos se lo merecen. Y nosotros estamos en las cámaras, y en las reuniones y haciendo mil cosas, pero se olvidan de todo el trabajo que están haciendo los compañeros y sin ellos esto no sería posible. Quienes están construyendo la base de este movimiento son todos los estudiantes, trabajadores, profesores que trabajan a diario. Eso lo tenemos muy claro, y creo que ha ayudado mucho a no permitir que no se nos suban los humos a la cabeza.

 

Influencias y referentes históricos

 

Quizás sea por la cultura que yo recibo de mi partido, pero creo que no hay que ser comunista para valorar y admirar a Violeta, Víctor Jara y Allende. Ellos son los que más admiro como luchadores en el ámbito de la cultura y la política, o sea, eran trabajadores de la cultura y además militantes de un proyecto de construcción, de transformación para mayorías, y sacrificaron todo por eso. Esos son personajes por los que siento mucha admiración y tantos otros que vienen de antes como (Luis Emilio) Recabarren. Y de Latinoamérica hay varios, pero quizás son más intelectuales: Mariátegui, Galeano, el Che, pero a mí me genera mucho más cercanía y admiración el rol de los trabajadores de la cultura y Salvador Allende, que merecen todo mi respeto y admiración.

 

¿Qué te gustaría decir a los jóvenes de México y América Latina?

 

A los de México que muchas gracias por el ejemplo de lucha; ellos, los de la UNAM, nos mostraron que sí se puede, y eso es para nosotros muy esperanzador. Y a los jóvenes de Latinoamérica en general que asuman con responsabilidad lo que se ha impulsado, en el sentido de que es necesario siempre regirse por algunos principios; primero, fortalecer nuestras organizaciones, pues son un hilo que a sudor, sangre y lágrimas todos hemos conquistado, hay que resguardarlas y protegerlas porque son nuestro patrimonio, son nuestra principal herramienta para la construcción de una sociedad distinta.

 

La unidad, a pesar de las diferencias, mantenerla siempre. Las izquierdas son muchas en todos los países; tienen que ser construidas a pesar de esta diferencia. Nuestro enemigo es uno sólo, no está adentro. Por otro lado, entender que las grandes transformaciones no las hacen sólo los estudiantes; hay que involucrar a los trabajadores, a nuestras familias, y hay que tener buenas estrategias de comunicación. Muchas veces creemos que cualquier persona puede entender lo que estamos planteando pero no es así; hay que apostar al sentido común aunque sea el menos común de los sentidos muchas veces, pero hay que apostar a un lenguaje que llegue hasta al más humilde, al más pobre. Y eso es algo que tenemos que tratar con inteligencia, sin perder el contenido.

Es una recomendación, y a seguir adelante, que esta lucha no es solamente de los chilenos sino que es una lucha de todos los jóvenes, de todos los estudiantes de todos los pueblos en el mundo, que es la lucha por la dignidad humana y por la recuperación de nuestros derechos para alcanzar esa dignidad que todos queremos, y sociedades más humanas.

Carta Abierta al Presidente de la República. Intelectuales Chilenos.

Señor Sebastián Piñera Echenique
Presidente de la República
Presente



Señor Presidente:

A seis meses de iniciado el movimiento estudiantil en favor de la educación, los aquí firmantes, en tanto ciudadanas y ciudadanos vinculados al mundo de la cultura y el pensamiento: las ciencias, las artes, la educación y las humanidades, no podemos dejar de manifestar nuestra gran preocupación ante la indiferencia expresada por vuestro gobierno a las legítimas demandas de los jóvenes, apoyadas por la inmensa mayoría de los chilenos, y la creciente criminalización del movimiento estudiantil.

Somos testigos de este bello momento histórico, en que una generación de jóvenes entrega su tiempo y energías en favor de “una causa noble, hermosa y legítima” –tal como usted la calificó en las Naciones Unidas–, como es mejorar las condiciones de la educación chilena. Innumerables estudios internacionales revelan las graves falencias de nuestro sistema educativo y apelan a profundos cambios, promoviendo la recuperación del espacio público y el rol del Estado en la educación. Los jóvenes no piden lo imposible, sino, simplemente, lo que es un derecho y garantía en muchas naciones de América Latina y en la mayoría de los países desarrollados: acceso universal a una educación pública de calidad y gratuita.

Chile es signatario del Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptado por las Naciones Unidas el año 1966, donde se reconoce explícitamente el “derecho a toda persona a la educación”, estableciendo que para “lograr el pleno ejercicio de este derecho:
a) La enseñanza primaria debe ser obligatoria y asequible a todos gratuitamente;
b) La enseñanza secundaria, en sus diferentes formas, incluida la enseñanza secundaria técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse accesible a todos, por cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita;
c) La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la enseñanza gratuita”.

No es con más becas, mayor financiamiento para los créditos bancarios, mayor privatización y competencia que lograremos una educación que “debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales”; una educación que “debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos”, como exige el Pacto. Ello implica una educación pública predominante en todos los niveles del sistema educacional.

Señor Presidente, es urgente atender a fondo las demandas de nuestros jóvenes. Es urgente abrir un diálogo verdadero respecto del tema. ¿Qué espera usted que ocurra para resolver con verdad lo que el país pide a sus instituciones? ¿Más muertos y mayores niveles de violencia? No es posible que las masivas manifestaciones, las huelgas de hambre, los paros y tomas, las notables expresiones como las 1800 horas por la educación, el claro y sereno debate de sus dirigentes, queden en la indiferencia. Apostar por la frustración, derrota y división del movimiento estudiantil, por extirpar los sueños a una generación, es sinónimo de debilitamiento de la democracia. No es posible seguir hablando de disposición al diálogo por una parte, mientras por otra se busca penalizar con años de cárcel las tomas y la exasperación de los jóvenes que no ven respuesta a sus demandas, favoreciendo a la vez una mayor privatización de la educación en el proyecto de ley del presupuesto de la nación 2012. Su gobierno tiene hoy la responsabilidad política e histórica en el agravamiento de la situación.

Señor Presidente, es hora de poner fin a la criminalización del movimiento estudiantil y a la campaña comunicacional que a través de numerosos medios masivos busca denostar el enorme valor que han tenido los estudiantes al asumir una responsabilidad que otros han abandonado. Es tiempo de terminar con el lucro en la educación. Es urgente avanzar seriamente en la materialización de las demandas de los estudiantes secundarios y universitarios, y evitar que terminemos en una lamentable escalada de violencia. No es con represión y más privatización que estos temas se resolverán. Es hora de acoger lo que la mayoría del país reclama: el acceso universal a una educación pública, democrática, de calidad y gratuita, que impida una mayor segregación social y contribuya a frenar la vergonzosa desigualdad de la sociedad chilena.

Señor Presidente, como chilenos aspiramos a mejorar nuestra democracia, al derecho universal a una mejor educación. Los firmantes de esta carta abierta le pedimos que no pierda esta oportunidad histórica de avanzar hacia una sociedad más justa, más humana y más desarrollada.


Nombre Completo
Actividad / Profesión



Armando Uribe Arce
Escritor, Premio Nacional de Literatura

Faride Zerán Chelech
Periodista, Premio Nacional de Periodismo, prof. titular U de Chile

Gabriel Salazar
Premio Nacional de Historia

Gracia Barrios
Premio Nacional de Arte

Guillermo Núñez
Pintor, Premio nacional de arte

Isabel Allende Llona
Escritora, Premio Nacional de Literatura

Jose Balmes
Premio Nacional de Arte

Juan Gonzalo Díaz Cuevas
Artista visual. Académico U Chile. Premio Nacional de Arte

Juan Pablo Cárdenas Squella
Periodista, Premio Nacional de Periodismo

Juan Radrigan
Dramaturgo, Premio Nacional de Dramaturgia

Manuel Antonio Garretón Merino
Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales Profesor Universidad de Chile

María Olivia Mönckeberg Pardo
Premio Nacional de Periodismo, Directora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile

Raúl Zurita Canessa
Poeta, Premio Nacional de Literatura

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